Nadie en el camino | Mariana Sosa Azapian
Ambas mujeres tenían la llave y por ende, el acceso a la misma y poder charlar. Pero todo se fue de las manos, como un tornado. Años de castigos, de silencios, de humillaciones fueron suficientes. Era la última conversación. Estela no permitiría más un sólo agravio de su madre.