Café del Teatro, San José de Mayo | Sylvana Cabrera

San José de Mayo es una ciudad con mucho encanto. A pocos kilómetros de Montevideo, pero por suerte, con unos cuantos “vicios” menos de gran ciudad que nuestra Capital. La Plaza de los “Treinta y Tres” atesora dos joyitas arquitectónicas. La primera, su Catedral basílica, un exponente de los estilos arquitectónicos predominantes en el siglo XIX que fue declarada monumento histórico el 2 de octubre de 1990 y cuya construcción comenzó en 1857 y finalizó en 1874.

El proyecto y dirección de la obra le fue confiado al maestro constructor catalán D Antonio Fontgivell, una pieza fundamental en la construcción de aquella época, siendo el responsable también de la obra de la planta baja del actual edificio de la Intendencia Municipal. Cuenta con 8 grandes columnas de mármol de Carrara, cuyo transporte desde el puerto de Montevideo, llevó aproximadamente un mes y para lo que se debió construir zorras especiales con ruedas y ejes reforzados.

Del otro lado de la plaza, el increíble Teatro Macció, inaugurado el 5 de junio de 1912, cuya obra comenzó en 1909 y fue declarado monumento histórico el 27 de diciembre de 1984. Un dato no menos interesante, es que en este fantástico teatro “nuestro Mago” Carlos Gardel, cantó por última vez en el Uruguay. Actualmente tiene una capacidad para 800 personas y su excelente estado, es orgullo de todos los “maragatos” (como se los llama a los nativos del departamento de San José).

La simpleza del buen gusto

En la esquina e integrado al Teatro Macció, se encuentra el “Café del Teatro”. En estas recorridas que me gusta hacer por nuestro país, tuve la buena idea de aterrizar una tarde, en este reducto gourmet. La concesión actual data de 3 años, el ambiente es relajado, decorado con simpleza y buen gusto. Mucha presencia de madera, 6 mesas, unas 24 plazas, dos livings en eco cuero cómodos que no dan ganas de levantarse luego de un buen almuerzo.

Un buen café italiano cargado de espuma (hay otras ofertas como el ristretto, el macchiato o el americano), una miniatura de budín de naranja con una humedad perfecta, fueron el toque ideal para terminar la tarde.

Precios razonables, servicio cordial, aspecto general por demás agradable y una selección de música chillout que permite relajarse mirando las maravillosas cúpulas de la catedral cargadas de maravillosos azulejos. Las lámparas hechas con papel manila en una técnica muy similar al origami, le dan un toque informal y de originalidad al ambiente.

Prometo regresar por un almuerzo, que por cierto parece muy tentador y ofrece una variedad de tartas, bocatas o ensaladas. Estética muy cuidada en la carta y lenguaje de conocedores. Sin dudas (no lo pude averiguar), pero hay conocimiento en la materia, detrás de esta cocina.

Donde:
18 de julio esquina 25 de mayo s/n
San José de Mayo

Servicios:
Acepta reservas
Para llevar
Catering
Terraza o mesas al aire libre