El pueblito de Renoir | Sylvana Cabrera

El encanto de la sencillez

A minutos de Cannes y de camino a San Remo, me encontré con un balneario que realmente merece la pena visitar.

Cagnes-sur-Mer es un lugar de ensueño que no llega a 50.000 habitantes, pero que en alta temporada es visitado por muchos turistas que saben lo que atesora los alrededores de Mónaco.

Situada a orillas del Mediterráneo y con sólo 4 kilómetros de playa, esta joyita de los Alpes marítimos, esconde verdaderas perlitas.

El remanso de Renoir

La primera, la casa donde vivió sus últimos 11 años el pintor impresionista Renoir, quien a los 78 años falleció en uno de los verdaderos paraísos terrenales. Tal vez la alegría transmitida en sus obras tenga que ver con los paisajes maravillosos de su niñez en Limoges (centro de Francia), sus vacaciones de verano en Essoyes (a 120 kilómetros al sureste de París) o sus últimos días (debido a su reumatismo crónico), en el entrañable Cagnes- sur-Mer.

A unas cuantas cuadras del mar y en las alturas de la ciudad, se llega a la casa a través de un camino sinuoso rodeado de olivos, palmeras y árboles frondosos. Este encantador museo rodeado de una generosa y exuberante vegetación propia de la Costa Azul, es en su interior adorablemente austero. Lejos de los dorados y las arañas de cristales, la casa de Renoir es como sus obras, un destello de luces y colores que entran por las muchas aberturas que tiene el casco. Caminar por sus jardines o imaginar a Renoir recorriendo los habitáculos de esta rústica casa, son sin dudas motivos para hacer una parada si están por la zona.

Castillo Grimaldi

Otro lugar que seguro les recomendaran y no deberían perderse, es el Castillo de la familia Grimaldi, que toma la forma actual desde 1309.

Esta verdadera fortificación que se asoma con arrogancia por encima del resto, fue construida sobre una colina que domina la ciudad desde lo alto, desde donde se puede disfrutar de una espléndida vista de los alrededores. Actualmente se pueden disfrutar de exposiciones, obras y objetos personales vinculados a la vida de Renoir en Cagnes.

Un almuerzo con aire medieval y aroma a mediterráneo

Cuando llega la hora del almuerzo, este sitio de calles estrechas y empinadas y de una costa de pocos kilómetros pero de una belleza indescriptible, ofrece muchos rinconcitos de muy buena comida, así como restaurantes de lujos extremos.

En esas caminatas me encuentro en una esquina con un diminuto restaurante llamado Les Baux.

Ubicado en un pequeño callejón, Les Baux ofrece un menú muy asequible y una deliciosa cocina. Almorcé una lubina acompañada de un trozo de calabaza y de remolacha confitados y con un marcado aroma ahumado, una copa de vino y un agua mineral, lo que no superó los $ 900 pesos uruguayos. Lejos de alguna ostentación y en medio de un aire muy medieval, sus dueños Pat y Chris hacen de esta experiencia culinaria un momento único y con gusto a poco.