EL ESPÍRITU DEL FUEGO
Rumbo a la Fiesta del Fuego
Cuatro viajeros partieron al Vall de Boí con la intención de participar de la Fiesta del Fuego. En la noche de Sant Joan se celebra un rito ancestral, que responde a un mito y el mito no tiene fecha porque narra un origen. ¿Qué nos impulsaba hacia aquel festejo de llamas? La misma fuerza irresistible que en los pueblos de los Pirineos conduce a los jóvenes a fabricar sus antorchas de pino – fallas– cargarlas al hombro, subir a lo alto del Canigó para encenderlas en una tarea inmortal y luego emprender el descenso mientras prenden faros por las montañas. Una multitud los contempla y espera, y al verlos llegar encendidos de regocijo, la fiesta comienza.
El arte de atizar
Estos campeones de las teas ardientes, descienden de la montaña hacia el valle como gigantescas luciérnagas de la noche. Cuando ya están cerca, emprenden una carrera por las antiguas calles de piedra en dirección al foso de ramas y troncos secos y crujientes. ¡Molt bé, molt bé!, gritamos y aplaudimos el valor de Prometeo. Ellos están ejerciendo “el arte de atizar”, originado en la ambición prometeica de ir más allá, de conocer, y aún conocer más. Al verlos y alentarlos todos somos las chispas de la ensoñación. Es un instante en el que somos libres: cuando nos manifestamos en el misterio del fuego.
Alquimia de la ensoñación
El fuego ilumina las intuiciones de quienes se entregan a la ensoñación. Por fuera el cuerpo vibra y por dentro se encienden los deseos para una temporalidad que recomienza. En la noche más breve del año, todo cambiará como una transmutación alquímica: la lengua de las llamas canta y su canto habla de un ciclo que termina y otro que comienza. Quedarán las cenizas del tiempo que pasó, cenizas humeantes que despiertan la nostalgia de lo perdido. Pero a la vez, la representación del fuego nos cobija, nos recuerda el hogar, nos retorna al nido.
Saltar las llamas del deseo
Luego, la esta sigue por las calles con un juego: hay que saltar tres veces, siete veces, sobre las fogatas que arden en las calles de piedra. Tomamos carrera y alzamos las piernas por la intensidad de un deseo. La tradición dice que si lo logramos, el deseo se cumplirá. Pero en lo profundo intuimos que saltar sobre la pequeña hoguera nos da un espejo valorizado y así, tras la realización del desafío, saldremos de la ensoñación con más valentía para enfrentar el mundo.
Intensidad ígnea
Así cantando, saltando y bailando vivimos una esta del origen, una celebración del ser primitivo que nos inunda de confianza. Vibran las llamas del fuego interior y nos sentimos intensos sin importar por qué. En la multitud que festeja vivimos el calor compartido de la humanidad que goza su renacimiento ígneo. Somos las aves fénix de la noche. Nos despojamos de la soledad individual para entregarnos al ardor de una comunidad fascinada. Es un amor compartido que nos hace casi invencibles porque en la hoguera arden los deseos que pusimos y que ahora sabemos que se cumplirán.
Viajeros primitivos
Los cuatro viajeros pretendían conocer Sant Joan de los Pirineos en su “primitividad”, por fortuna fuimos más que espectadores, nos internamos en nuestra propio ser primitivo sin explicaciones, en busca de algo que por ser tan profundo, se esconde. Solamente la ensoñación lo expresa. El fuego es un misterio mudo y ardiente.
Muy pasada la medianoche, la paz nocturna de la iglesia de Sant Clementí de Taüll guarda la memoria de lo sucedido y espera. Sabe que un viajero solitario la contempla y se vuelve hacia sí.
Nota: Estos discursos suceden tras el horizonte de dos viajes: el primero hacia el Vall de Boí, el segundo la lectura de Psicoanálisis del fuego de Gastón Bachelard.
Helena Corbellini (Montevideo, 1959) es profesora de Literatura, egresada del I.P.A. Orientó talleres literarios en Montevideo y en el interior. Como periodista entre otros medios, ha publicado en los semanarios Brecha, Zeta y El País Cultural. Como gestora cultural, trabajó para el Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo. Publicó un libro de poesía, Manuscrito hallado al Este de Edén, en 1992; entre otras novelas se cuentan Laura Sparsi, en 1995, La vida brava. Los amores de Horacio Quiroga (2007); Mi corazón pesa demasiado (2008); El sublevado. Garibaldi en el Río de la Plata (2009).
Fotos: Helena Corbellini