Lo confieso: soy un pésimo gourmet. Me mantengo lejos de lo que suele llamarse dieta balanceada. Parafraseando las palabras pronunciadas por don Alfredo Zitarrosa afirmo orgulloso que «las verduras encierran un misterio que no me interesa conocer». Y el pescado. . . en fin. . . ¿tengo cara de foca, yo? Como para sintetizar, si por mi fuera comería eterna y exclusivamente las dos o tres cosas que me gustan. Es más, me encantaría mandar al diablo a todos los malditos médicos y sus análisis de colesterol, y manducarme un buen plato de ñoquis cada uno de los 365 días del año. Sin 29 ni ritual del billetito debajo del plato que valga.
Los hago caseros, solo con papa y harina, nada de inventos raros. Después que el agua con una pizca de sal está hirviendo, hay que echar los ñoquis y dejarlos no mucho más de un minuto. Y apenas levantan el hervor, hay que sacarlos. En caso contrario, nos quedaremos con una pasteta incomible.
El verdadero problema ocurre cuando las pasiones se mezclan. Cualquiera que me conozca sabe que soy un melómano, bah, un enfermo incurable que se infectó con la música hace décadas. Y claro, tengo mis manías. Si algo o alguien me interrumpe cuando estoy escuchando, no sé, I’m the walrus de Lennon con los Beatles, Life’s is a long song de Jethro Tull o Sansueña de Eduardo Darnauchans dejo lo que esté haciendo, voy hasta el equipo de audio y pongo la canción correspondiente una vez más desde el principio.
Entonces, a veces pasan cosas como la de hoy al mediodía. Estaba escuchando el álbum Led Zeppelin IV. Los ñoquis estaban en el agua. Cuando Jimmy Page apenas arrancaba el solo de Escalera al cielo sonó el portero eléctrico. Ni atendí: seguramente era el único afilador que debe quedar en Montevideo (pero que sigue pasando religiosamente cada semana por mi barrio). Molesto, me fui hasta el living, levanté la púa del tocadiscos y la volví a apoyar en el inicio del surco correspondiente a Stairway to heaven (tema 4, último del lado A del vinilo). Y volví a la cocina. . .Ni el perro aceptó comerse el plato de puré mezclado con harina.
Walter Bordoni compositor, cantante, escritor. Conduce el programa de radio Barrio Virtual, en Emisora del Sur. Sus discos, El gol de la valija y otros cuentos (1991), Flor nueva de películas viejas (1994), Aguafuertes montevideanas (junto a Gastón Rodríguez. (1997) Barrio Virtual (2002), Alter (2006) Volumen II (con Los Kafkarudos, 2007), La cifra infinita (2011) Talismanes y espejismos (2014) y El hogar de los distintos (2017). Escribió un libro de relatos Penúltima apuesta (Yauguru, 2014). Este relato es inédito y fue cedido especialmente por el autor para Delicatessen.uy
Foto ñoquis: www.pequerecetas.com
Foto del autor: Álvaro García, del Facebook de Walter Bordoni