Hay un divertido chef que tiene un programa que emite el canal vasco de televisión. Se llama David de Jorge y el programa tiene el original nombre de “Robin Food. Atracón a mano armada”.
De Jorge es un gordo que disfruta de lo que hace. Disfruta de la comida y goza en la cocina. Se le nota. Dentro de su interesantísimo programa televisivo que nos acerca al mundo fascinante de la cocina vasca, este particular chef tiene una sección que se llama “Guarrindongadas”.
¿De qué se trata este concepto casi impronunciable? Según su propia definición, la guarrindongada es una perversión gastronómica. Es un divertimento del que seguramente muchos formamos parte sin ser conscientes de ello. Se trata de esas mezclas insólitas, esos cruces únicos y, muchas veces, vergonzantes que hacemos en la intimidad de nuestra cocina, pero que no nos animamos a confesar. David de Jorge dice,“hace años que ejerzo de amanuense de las más infectas, esas cochinadas que todos zampamos a escondidas, bien divertidas. La guarrindongada es terapéutica, fomenta el despelote y ayuda a reírnos colectivamente de la cocina, en una tierra, la nuestra, que toma demasiado en serio los asuntos del comer.”
En su página web, www.daviddejorge.com, el chef recibe terribles ejemplos de disparates que le envía su audiencia. Para muchos puede ser un asco, pero si leen los comentarios, verán que la gente disfruta de estos insólitos inventos culinarios. Les cuento algunos: papa fritas con café con leche, pan dulce con queso roquefort y anchoas, sobrasada frita con jamón de york acompañado de un vaso de leche achocolatada, marisco sobre un pan con maní salado y kétchup, tostada de chorizo con mermelada, tostada de paté de foie espolvoreada con chocolate o pizza de atún doble masa con café con leche.
Todos las hemos hecho, seguramente. Por ejemplo tengo un conocido que come milanesas con dulce de leche. Una tarde, hace muchos años, con un par de amigos maragatos que me visitaron en Montevideo, acompañamos el mate amargo con gelatina de cereza, ya que no teníamos otra cosa.
Muchos de estos inventos se hacen, por ejemplo, cuando queda comida del día anterior y, para no repetir, se recicla agregando algún aderezo insólito. Es casi que una experiencia íntima, que queda puertas adentro de la cocina y que difícilmente nos atrevamos a confesar, aunque lo disfrutemos, con el tímido orgullo de haber realizado un invento casero.